sábado, 4 de agosto de 2012

“Un Mundo Nuevo, Ahora” de Eckhart Tolle



El libro “Un mundo nuevo, Ahora” (Una Nueva Tierra), de Eckhart Tolle merece una atención especial. No es un libro cualquiera, es una verdadera bocanada de sabiduría. Su autor ya publicó una obra anterior titulada el “Poder del Ahora” (Ed. Gaia) que supuso un fenómeno editorial muy importante. Precisamente ese mismo fenómeno está eclipsando la aparición de su tercer título, “Un mundo nuevo, ahora” (Ed. Grijalbo). Este libro es una disección del ego y una explicación de la revolución de la conciencia que está experimentando la humanidad en nuestro tiempo, y por ello merece la pena leerlo. Se trata de un libro que ha nacido con el sabor de un clásico ya que traduce las enseñanzas espirituales al lenguaje de nuestro tiempo de una manera magistral, clara y sencilla. Cualquiera que se adentre en sus páginas se podrá percatar de que la persona que ha escrito este libro, sin duda, es uno de los sabios de nuestro tiempo. Alguien que ha tenido un auténtico despertar de conciencia y lo comparte con transparencia.
En sus páginas, Tolle, indica la necesidad de que todos reconozcamos que el estado “normal” de la mayoría de seres humanos contiene un fuerte elemento de lo que podríamos llamar disfunción, e incluso locura. La mente humana es muy inteligente. Pero esa misma inteligencia está viciada de locura y la ciencia y la tecnología están magnificado el impacto destructivo que esa disfunción de la mente humana ejerce sobre el planeta, sobre otras formas de vida y sobre los humanos mismos. Todo ello está provocando un situación crítica: la destrucción de los bosques que producen oxígeno y de otras especies animales y vegetales; el maltrato a los animales en las granjas industriales; el envenenamiento de los ríos, los océanos y el aire. Impulsados por la codicia, ignorantes de nuestra conexión con la totalidad, los humanos persistimos en una conducta que, si continúa sin control, no puede dar como resultado más que nuestra propia destrucción. Podemos ser víctimas de la codicia de nuestro ego.
Frente a esta realidad, Tolle tiene una buena noticia: existe la posibilidad de una transformación radical de la conciencia humana. Para ello, el primer paso es, precisamente, reconocer la propia locura y eso pasa por desenmascarar al ego, porque la disfunción de la mente humana centrada en el ego es la que está poniéndonos en peligro.
A esta pregunta es a la que magistralmente responde “Un mundo nuevo, ahora”. La mayoría de la gente está completamente identificada con la voz de su cabeza –el torrente incesante de pensamiento involuntario y compulsivo y las emociones que lo acompañan- que podríamos describirla como poseída por su mente. “La voz dentro de la cabeza tiene vida propia. La mayoría de la gente está a merced de esa voz, está poseída por el pensamiento, por la mente. “Cuando eres completamente inconsciente de esto, crees que el pensador eres tú. Eso es la mente egótica. La llamamos egótica porque hay un sentido del yo (ego) en cada pensamiento, en cada recuerdo, interpretación, opinión, punto de vista, reacción, emoción. En términos espirituales, esto es la inconsciencia. Por supuesto, tu pensamiento, el contenido de tu mente, está condicionado por el pasado: educación, cultura, entorno familiar, etc. El núcleo central de toda la actividad de la mente consiste en ciertos pensamientos y emociones repetitivos y persistentes, y en pautas de reacción con las que nos identificamos con más fuerza. Esa entidad es el ego mismo.”
El ego se alimenta de la atención de los otros, que, al fin y al cabo, es una forma de energía psíquica. Necesita constante reconocimiento porque la acción básica que gobierna toda su actividad es el miedo a no ser nadie, el miedo a no existir, el miedo a la muerte. Todas sus actividades está concebidas en último término para eliminar este miedo, pero lo máximo que puede hacer el ego es taparlo temporalmente con una relación intima, una nueva posesión, una victoria en esto o en lo otro. “El miedo surge porque el ego nace de la identificación con la forma, y en el fondo sabe que ninguna forma es permanente, que todas son efímeras. La conciencia de la impermanencia de todas las formas nos hace despertar a la dimensión de la no forma que hay en nosotros y salir de la prisión del ego que nos limita y nos conduce a luchar y competir constantemente con la naturaleza y el resto de seres humanos.”
Consumismo.
El ego tiende a equiparar tener con Ser –dice Tolle-. “Cuanto más tengo más soy. El ego vive a base de comparaciones. El modo en como te ven otros se convierte en cómo te ves a ti mismo. En la mayoría de los casos, el sentido de la valía que tiene el ego está ligado a lo que vales a los ojos de los demás. Necesitamos que otros nos den un sentido del yo. Y si vives en una cultura que equipara en gran medida lo que vales con lo que tienes y cuánto tienes, si no podemos ver a través de ese engaño colectivo, estaremos condenados a perseguir cosas durante el resto de nuestra vida, con la vana esperanza de descubrir lo que valemos así completar el sentido del yo. El ego se identifica con tener, pero su satisfacción al tener es relativamente poco profunda y dura poco”. Oculta en su interior, sigue habiendo una arraigada sensación de insatisfacción. “Todavía no tengo suficiente” que para el ego significa “todavía no soy suficiente”.
Lo que mantiene en marcha la llamado “sociedad de consumo” es el hecho de que intentar encontrarte a ti mismo a través de las cosas no funciona. La satisfacción del ego dura poco, y tú sigues buscando más, comprando, consumiendo.
La identificación del ego con las cosas crea apega a las cosas, obsesión por las cosas, lo que a su vez crea nuestra sociedad de consumo y sus estructuras económicas, donde la única medida de progreso es siempre más. La búsqueda descontrolada de más, de crecimiento infinito, es una disfunción y una enfermedad. Es la misma disfunción que presenta la célula cancerosa, cuyo único objetivo es multiplicarse, inconsciente de que está provocando su propia destrucción al destruir el organismo del que forma parte.
Hay personas que han renunciado a todas sus posesiones pero tienen un ego más grande que algunos millonarios. El ego espiritual también existe, algunos lideres espirituales se creen hasta tal punto el papel que están representando que está función se apodera de ellos y se convierten el papel que representan. El contenido del ego ha cambiado, pero la estructura de mental que lo mantiene vivo no cambió. Ningún ego puede durar mucho sin la necesidad de más. Así pues, desear mantiene vivo al ego mucho más que tener. La inquietud, el insomnio, la angustia, la insatisfacción son el resultado de deseos incumplidos.
“Hacer lo que se requiere de ti en cualquier situación, sin que ello se convierta en un papel con el que te identifiques, es una lección imprescindible en el arte de vivir, y todos estamos aquí para aprenderla. Te vuelves más poderoso en todo lo que haces si la acción se realiza por si misma, y no como un medio para proteger, realzar o dar forma a tu papel-identidad”.
En un mundo de personalidades que representan papeles pocas personas que no proyectan una imagen creada por la mente, sino que actúan desde el núcleo profundo de su Ser, las que no intentan parecer más de lo que son, sino que son simplemente ellas, destacan entre las demás y son las únicas que representan una verdadera diferencia en este mundo. Son los que traen la nueva conciencia.
Atrapado en el tiempo.
Según Eckart Tolle, “la decisión de hacer que el momento presente sea tu amigo representa el final del ego. El ego vive del tiempo. Cuanto más fuerte es el ego, más se apodera el tiempo de tu vida”. La vida, que es ahora, se ve como un “problema”, y acabas viviendo en un mundo de problemas que hay que resolver para poder ser feliz, realizarte… El problema es que por cada problema que resuelves surge otro. Mientras el momento presente se vea como un obstáculo, los problemas no pueden tener fin.
“El tiempo –es decir, el pasado y el futuro- es lo que alimenta al falso yo creado por la mente, y el tiempo está en tu mente. Es una estructura mental necesaria para la percepción sensorial, indispensable para propósitos prácticos, pero es el mayor impedimento para conocerte a ti mismo. El tiempo es la dimensión horizontal de la vida, la capa superficial de la realidad. Pero también está la dimensión vertical de la profundidad, a la que solo se puede acceder por el portal del momento presente.”
Eliminar el tiempo de la conciencia –es decir, vivir solo el momento presente- el eliminar
Más allá del pensamiento.
Un porcentaje de la humanidad todavía relativamente pequeño, pero en rápido crecimiento, está experimentando ya en su interior la descomposición de los viejos patrones mentales del ego y la emergencia de una nueva dimensión de conciencia. Según este inspirado escritor: “Lo que está surgiendo ahora no es un nuevo sistema de creencias, una nueva religión, ideología espiritual o mitología. Estamos llegando al final, no solo de las mitologías, sino también de las ideologías y los sistemas de creencias. El camino va más allá del contenido de tu mente, más allá de tus pensamientos. De hecho, la parte esencial de la nueva conciencia es la trascendencia del pensamiento, la nueva capacidad de elevarse por encima del pensamiento, de hacer realidad una dimensión dentro de ti mismo infinitamente más vasta que el pensamiento.”
La mayoría de la gente se sigue identificando con el incesante torrente mental del pensamiento compulsivo, casi todo repetitivo e inútil. No existe un yo aparte de sus procesos de pensamiento y de las emociones que los acompañan. En esto consiste estar espiritualmente inconsciente. El principal problema de la existencia humana es pensar sin conciencia.