domingo, 21 de agosto de 2011

"Las Profecías: Visiones Silenciosas de un Futuro Olvidado". Gregg Braden.


Prácticamente todas las tradiciones del mundo que cuentan con siglos de antigüedad
nos recuerdan que nuestra época no es un momento ordinario en la historia de la
humanidad sobre la Tierra. Los que vivieron antes que nosotros nos legaron sus mensajes proféticos cifrados en sus textos sagrados, tradiciones orales y en los sistemas de cronometría. Sus mensajes, escritos para unas personas de las que sólo podían conocer su existencia en sueños, mantienen vivo el recuerdo de visiones, que en algunos casos preceden a los primeros momentos de nuestra historia escrita. Con el tiempo, los temas de sus visiones se han incorporado a una gran variedad de tradiciones religiosas y prácticas espirituales. Por dispares que puedan parecer, las huellas de las similitudes en dichas tradiciones nos ofrecen claves para descifrar el sentido que esas palabras sacras tienen hoy para nosotros. Sólo recientemente, con la ayuda de los ordenadores y otras ciencias del siglo xx, se han podido confirmar y autentificar las referencias de las antiguas visiones respecto a un tiempo futuro.

LOS GUARDIANES DEL TIEMPO: LOS MISTERIOSOS MAYAS

A medida que nos acercamos a los albores del siglo xxi, uno de los misterios de
nuestro pasado, el de los maya, todavía está por resol ver. Casi con la misma rapidez
que hicieron su aparición en las remotas áreas de la península del Yucatán, hace
aproximadamente 1.500 años, estos arquitectos de templos masivos y observatorios
celestiales de pronto se esfumaron alrededor del 830. Además de sus inmensas plazas y torres de piedra desperdigadas, nos dejaron pistas de su pasado, y quizá de nuestro futuro, en sus inigualables cálculos del tiempo.

El calendario de los mayas puede que sea uno de los sistemas más antiguos y
sofisticados de medir el tiempo conocidos por la humanidad. Hasta la llegada de nuestros relojes atómicos, basados en la vibración del átomo de cesio, el calendario maya rivalizaba en precisión con cualquier otro sistema de medir el tiempo conocido hasta el siglo xx. Hasta la fecha, los descendientes de los antiguos mayas calculan el tiempo y determinan la fecha correcta mediante un sistema que, según los expertos, «no se ha saltado ni un día en, más de veinticinco siglos».' Al reconocer la naturaleza como ciclos recurrentes de acontecimientos, el calendario maya refleja que ese' pueblo entiende el tiempo como un sistema de períodos que se entremezclan.

En el sistema de medición del tiempo maya era esencial un cálculo de 260 días
denominado tzolhin o «calendario sagrado». Común a otras tradiciones mesoamericanas, el tzolhin se crea como una interconexión entre veinte días designados y un cálculo basado en el número trece (es decir, 20 meses de trece días). Los mayas, sin embargo, llevaron su cronometría aún más lejos. Entremezclado con un calendario de 365 días denominado «año vago», progresaban los dos ciclos de tiempo como los engranajes de dos ruedas, hasta que se producía la extraña concurrencia de que un día del calendario sagrado coincidía con el del calendario vago. Eso marcaba el fin de un ciclo de 52 años; ese día, que era muy celebrado, definía un período de tiempo aún más extenso. El «gran ciclo» de los 5.200 años anteriores era medido como 100 ciclos de 52 años. Según estos cálculos y las tradiciones de los propios sacerdotes del calendario maya, nuestro último gran ciclo empieza en los tiempos bíblicos de
Moisés, en el 3114 a.C., y termina en el 2012.

Las visiones mayas sobre nuestro futuro están íntimamente relacionadas con su sistema
de medir el tiempo. Los antiguos profetas sugieren que los ciclos del tiempo tienen características únicas que se basan en una «gran ola» que viaja periódicamente por el cosmos. Mientras la ola se riza durante la creación, su movimiento sincroniza la vida y las fuerzas de la naturaleza en ciclos. El final de nuestro ciclo actual se considera especialmente significativo tanto para la Tierra como para la humanidad.

El doctor José Argüelles, reconocido experto en la cosmología maya, sugiere que el
actual subciclo de veinte años, que empezó en 1992, marca «el surgimiento de tecnologías no materialistas y ecológicamente armónicas... apoyadas por una nueva sociedad mediárquica de información descentralizada ...».

Los mayas ancianos de nuestros días creen que el cierre de este gran ciclo milenario tendrá lugar en nuestra generación, en el año 2012, lo cual ya se había predicho hace tres mil años. Ven este momento único como la culminación de un ciclo y el nacimiento de una época de cambios extraordinarios. El doctor Argüelles, al hacer referencia a atributos específicos asignados a los ciclos, evoca las creencias mayas cuando sugiere que, con la convergencia de los ciclos mayas, se cumplirá nuestro propósito de «reunir toda la mente de la Tierra... y sellarla con una armonía de simiente estelar».'

De modo similar, las tradiciones aztecas del centro de México siguen los grandes
períodos de la historia de la Tierra con sus ciclos denominados «soles». Su historia les habla de una época del primer Sol, denominada Nahui Ocelotl, cuando nuestro mundo estaba habitado por gigantes que vivían sobre la tierra. Si evocamos las referencias bíblicas a un mundo similar, nos encontramos con que el preniceano Libro de Enoc describe los días en que «las mujeres que concebían sólo parían gigantes, cuya estatura era de 300 codos [unos 150 metros]. Estos devoraban todo lo que producía el trabajo de los hombres hasta que fue imposible alimentarlos ...».
Este período concluyó cuando el reino animal conquistó al reino humano.

El segundo Sol o siguiente gran ciclo, denominado Nahui Ehecatl, tiene lugar
cuando los seres humanos empezaron a cultivar y a cruzar las plantas. Este período
culminó con un gran viento que barrió la superficie de la Tierra, arrasando todo lo
que encontró a su paso.

Durante el tercer Sol, Nahui Quiauhuitl, los pobladores de la Tierra construyeron
grandes templos y ciudades. Se dice que grandes grietas y una «lluvia de fuego»
puso fin a este ciclo. En los registros geológicos podemos ver que, de hecho, hubo
un tiempo en que partes de la Tierra estuvieron cubiertas de fuego. Se cree que fue
debido a la colisión de un objeto, posiblemente un asteroide, hace casi 65 millones de años. El final del cuarto Sol, con hielo e inundaciones, también se ha confirmado
geológicamente, así como en las tradiciones orales y escritas de todo el mundo.

El calendario azteca indica que hoy estamos viviendo los últimos días del quinto Sol.
El fin de ese quinto mundo se predice que tendrá lugar en nuestra generación,
coincidirá con el último ciclo maya y dará lugar al próximo gran ciclo, el nacimiento del sexto Sol.

Con el pasado como plantilla, muchas antiguas tradiciones describen los días
del cambio como tiempos de tribulaciones y purificación. En esos tiempos se nos invita a que contemplemos los inusuales y, en algunos casos destructivos, despliegues de la naturaleza como una oportunidad para fortalecernos y prepararnos para cambios aún mayores que tendrán lugar en el mundo. Los temas comunes a todas las profecías sobre esta época de la historia incluyen fenómenos climáticos anormales y la pérdida de la costa debido al aumento del nivel del mar, hambrunas, sequías, terremotos, y la destrucción de las infraestructuras en todo el mundo.

Los profetas del siglo xx, como Edgar Cayce, han previsto cambios masivos en nuestro
planeta, que se supone que reestructurarán la geografía de Norteamérica desde finales
de los noventa hasta el siglo xxi. Esto incluye visiones de un gran mar interior, que conectará el Golfo de México con los Grandes Lagos, y la inmersión de gran parte
de las costas orientales y occidentales. Las descripciones gráficas que se han hecho
de nuestro futuro, a veces de cientos o de miles de años de antigüedad, han establecido un nuevo criterio para las posibilidades de la tecnología interior y la
profecía. ¿Cómo pudieron nuestros antepasados haber vislumbrado lo que todavía ha de
suceder en nuestro tiempo? Quizá lo que es aún más importante: ¿hasta qué punto
son exactas sus visiones sobre nuestro futuro?

VISIÓN REMOTA: PROFETAS DEL SIGLO XX

La palabra profeta invoca imágenes de antiguos videntes envueltos en hábitos con
capucha, que soñaban despiertos con una época que todavía había de llegar. Sin
embargo, la ciencia de la profecía se ha conservado hasta nuestros días como una
respetable profesión envuelta en el misterio de un nuevo nombre.

Según una investigación realizada en el prestigioso Stanford Research Institute
(SRI) a principios de los setenta,' la facultad de ver acontecimientos lejanos ha pasado a denominarse visión remota. Aunque las características de la visión remota pueden variar entre las personas, el procedimiento general es similar para todas.

Con frecuencia empieza con un suave estado de relajación con los ojos cerrados; el receptor trabaja con impresiones sensoriales respecto a acontecimientos que puedan estar sucediendo en cualquier lugar de nuestro planeta, en la habitación contigua .a en un puesto fronterizo de un desierto que se encuentre en la otra punta del mundo.

El vidente, adiestrado para distinguir los múltiples tipos de sensaciones, asigna
identificadores a la experiencia y va refinando las impresiones hasta grados cada vez más detallados. Sonidos, olores, sabores y sensaciones, así como imágenes, pueden
presentarse en este viaje. El entrenamiento para enseñar a los videntes remotos a
aceptar y grabar esas impresiones con imparcialidad constituye la habilidad que los
diferencia de los soñadores fortuitos. Con las ventajas obvias que esta técnica
ofrece a los servicios secretos y de inteligencia, estas facultades suponen todo un
nuevo campo de recopilación de información con menos riesgos.

La visión remota desempeña ahora un papel viable en la seguridad y la defensa de
las naciones en el mundo libre. En 1991, por ejemplo, a los videntes remotos que
trabajaban bajo los auspicios de la Science Applications International Corporation (SAIC) se pidió que redujeran el área de búsqueda para un tipo específico d misil en el oeste de Iraq.
Confinar la búsqueda a regiones específicas del desierto iraquí tenía el potencial de ahorrar tiempo, combustible, dinero y salvar vidas. La visión remota, o la habilidad de una persona de proyectar la conciencia de un lugar a otro, se ha convertido en un tema de estudio riguroso. Irónicamente, sólo ha sido ahora, en los últimos años del segundo milenio, cuando la ciencia moderna ha confirmado los principios de esta tecnología interna, que ya conocían los profetas de hace 2.500 años.

Para muchas personas, su primer contacto con la ciencia de videncia a distancia de
acontecimientos en tiempo real, ha sido través de los invitados de los programas de radio nocturnos. Para de la llegada del siguiente milenio, una serie de expertos en el campo de la futurología y las visiones remotas han reivindicad haberse adentrado en el mundo de una Tierra postmilenio, aun que, a veces, con resultados inquietantes, lo cual no es de extrañar, Al igual que otras descripciones de profecías para el milenio, lo viajes remotos hacia nuestro futuro generalmente se encuentran en dos categorías de experiencias, Algunos videntes han descubierto que no pueden ver más allá del año 2012, el familiar año del calendario maya que marca el cierre de nuestro gran ciclo. En año 2012, los viajeros del tiempo dijeron haber visto una Tic muy diferente. Desde su actual punto de ventaja, el mundo parecía haber sufrido algún cataclismo. No veían edificios, signos de comercio o normalidad según nuestros patrones actuales. Lo evidentes del año 2012 puede que se hayan visto en presencia de un resultado descrito ya por otros videntes y profetas, la destrucción debida a una guerra, de gran parte del mundo, tal como hoy lo conocemos.

Otros videntes que han visto nuestro futuro recientemente relatan un escenario
similar, pero añaden que habrá una gran ola de fuego y de calor. Este escenario nos
recuerda las teorías que preveían olas cíclicas de flujo de protones y plasma que viajan por el cosmos en ciclos de tiempo descomunales, y que esporádicamente se encuentran con la Tierra a su paso. En cualquiera de los dos casos, los informes de los videntes remotos describen un futuro que no es nada prometedor. Aparte de ese tema común para muchas profecías, puede que exista una alternativa para tales resultados.

NOSTRADAMUS

Durante más de cuatrocientos años, la palabra profecía ha sido casi sinónimo del
nombre de un gran vidente cuyas visiones se extendieron varios siglos en el futuro.
Nacido el 14 de diciembre de 1502, Michel de Nostradamus, conocido como Nostradamus, ha sido quizás el profeta más ilustre de los últimos tiempos. Su don de la
videncia le permitió adentrarse en el futuro de nuestros días como testigo de hechos con extraordinarios detalles y precisión. Cuando estudiaba los antiguos oráculos, desarrolló sus propias técnicas para navegar en las ondas del tiempo como observador, y con frecuencia llevó a su tiempo tecnologías del futuro que había visto en sus visiones. Al final, Nostradamus se hizo médico e incorporó muchas de las ideas de sus profecías en su práctica. Sus técnicas, que hoy en día parecen de sentido común, fueron revolucionarias en la Europa del siglo xvi, durante la época de la peste negra, entre las que se incluía el uso de plantas medicinales, aire fresco y agua limpia. Además, recetaba una mezcla de áloe y pétalos de rosa, muy rica en vitaminas y desconocida en su tiempo.

Una de las anécdotas más conocidas sobre la facultad de Nostradamus de ver el
futuro es la siguiente: Nostradamus se cruzó inesperadamente con un grupo de frailes
que caminaban por una carretera. Inmediatamente se arrodilló a los pies de uno de ellos y le besó el hábito. Cuando le preguntaron por qué hacía eso, sencillamente respondió: «He de inclinarme ante Su Santidad». Pasaron cuarenta años, diecinueve desde la muerte de Nostradamus, para que el misterioso acontecimiento de la solitaria carretera cobrara sentido. En 1585, el fraile cuyos hábitos había besado el profeta se convirtió en el Papa Sixto V.

En lo que quizá sea su obra más conocida, Las centurias, Nostradamus registró sus
visiones del futuro. A su muerte había registrado visiones para diez siglos, cada una de ellas con cien versos de cuatro líneas, denominadas cuartetas. Las profecías de Nostradamus, que siempre han sido reeditadas desde entonces, se extienden hasta el año 3797 y, según las interpretaciones, incluso más lejos.

Muchas visiones que prevén acontecimientos sociales, políticos y científicos de
magnitud global, son extraordinariamente exactas. Otras sin fechas específicas, en el mejor de los casos son nebulosas y sujetas a interpretaciones. Nostradamus anunció
dos guerras mundiales, de las que citó el nombre de Hitler y describió el símbolo de la esvástica, el descubrimiento de la penicilina y de la energía nuclear, el asesinato de John E Kennedy, el virus del SIDA y el fracaso del comunismo. Aunque las fechas y los acontecimientos estén sujetos a interpretaciones, los eruditos sobre Nostradamus están de acuerdo en que el profeta predijo un cambio catastrófico a escala global, para final del milenio.

Aunque la fecha precisa de un acontecimiento podía ser calculada por sus lectores a
raíz de frases clave, sólo cuando él sentía que había un hecho en concreto que era
critico daba la fecha del mismo. Por consiguiente, la circunstancia de que una de estas se produzca en nuestra generación es especialmente interesante. La centuria x, cuarteta 72, reza: «En el año 1999 y siete meses, vendrá del cielo un gran Rey del Terror. Hará revivir al gran rey de los mongoles. Antes y después, la guerra reinará afortunadamente».

Se pueden hallar más revelaciones sobre esta ominosa cuarteta en la Carta a Enrique II, verso 87, donde Nostradamus escribe que «esto será precedido por un eclipse de sol, más oscuro y tenebroso que nunca desde la creación del mundo, salvo el que tuvo lugar tras la pasión y muerte de Jesucristo». El 11 de agosto de 1999 tuvo lugar un eclipse solar que pudo verse desde muchos países del continente europeo.

Las visiones de Nostradamus también prevén cataclismos en la Tierra que
producirán cambios, semejantes a las profecías que hallamos en las tradiciones de
los amerindios y en la Biblia. En el verso 88 de la Carta a Enrique II hay detalles hasta el mes específico. «Habrá presagios en primavera y cambios extraordinarios a partir de entonces, cambios en las naciones y grandes terremotos... Y en el mes de octubre se producirá un gran movimiento del globo, y será de tal magnitud que la gente pensará que la Tierra ha perdido su movimiento natural de gravitación y que será sumida en un abismo de oscuridad eterna».

Nostradamus proyectó su visión todavía más lejos y vio una época mucho más feliz,
tras los días de oscuridad sobre la Tierra. En un pasaje de la Centuria II, cuarteta 12, los eruditos interpretan la visión de Nostradamus como una descripción de un tiempo de renovación espiritual: «El cuerpo sin un alma ya no es sacrificado. El día de la muerte se convierte en un renacimiento». En la Centuria III se describe más a fondo esta época de nuestro futuro en la cuarteta II: «La divina palabra dará la sustancia que contendrá al Cielo y la Tierra... Cuerpo, alma y espíritu serán omnipotentes. Todo está bajo sus pies, como en el trono del cielo».


Indiscutiblemente, poco científicas y abiertas a muchas interpretaciones, estas visiones del siglo xvi sobre nuestro futuro comparten cosas con las de otros profetas, tanto antiguos como más recientes.

EDGAR CAYCE

Edgar Cayce es el hombre que se ha llegado a conocer como el «profeta dormido»
del siglo xx. Nacido en el mes de marzo de 1877, la educación formal de Cayce
terminó cuando completó el noveno curso. Aunque de niño ya dio muestras de tener
experiencias paranormales, no desarrolló sus dones de clarividencia y sanación a gran escala hasta que fue adulto.

Cayce, que limitaba las sesiones de sanación a dos al día, a menudo viajaba por
el pasado de sus pacientes para comprender su condición actual. Aunque no recordaba
los contenidos de sus lecturas cuando despertaba de su estado de trance en que las realizaba, su secretaria, Gladys Davis, siempre estaba presente para tomar notas de las sesiones. Mediante cientos de esos informes, sistemáticamente catalogados para su estudio en la Association for Research and Enlightment (ARE) [Asociación para la Investigación y la Iluminación], Cayce ofreció breves revelaciones sobre los misterios de nuestro olvidado pasado, así como de nuestro futuro milenario.

La primera curación de Edgar Cayce tuvo lugar cuando tenía 24 años y fue una que
se realizó a sí mismo. Con la ayuda de un hipnotizador, este le pidió a Cayce que se
centrara en su persistente dolor de garganta mientras estaba en un relajado estado de
con ciencia alterada. Para sorpresa de los presentes, en su «estado de sueño» Cayce
empezó a hablar, dirigiendo al hipnotizador para que le diera sugerencias a su
cuerpo inconsciente. Respondió inmediatamente a las instrucciones de redirigir el
flujo sanguíneo hacia la parte superior de su cuerpo, su problema de garganta se
solucionó y Edgar Cayce inició lo que acabó convirtiéndose en un servicio de por vida, que fue realizar lecturas similares para los demás.

La precisión de sus lecturas está bien documentada. Predijo el hundimiento de la
bolsa en el mes de octubre de 1929, en sus lecturas #137-117: «Con toda certeza
se producirá un hundimiento que hará cundir el pánico en los centros monetarios, no
sólo en la actividad de Wall Street sino que supondrá el cierre de muchos centros...».

Cayce vio lo que posteriormente se denominaría la Segunda Guerra Mundial, años
antes de que sucediera En su visión futura sobre el conflicto (lectura #416-417), afirmó que los países empezarían a tomar partido como «demostraron los austriacos,
alemanes y posteriormente los japoneses al unir sus fuerzas...».' Su descripción
continúa con la afirmación de que, a menos que hubiera la intervención de una fuerza, que él describió como sobrenatural, «los asuntos de las naciones y de los pueblos, del mundo entero, por así decirlo, arderían en las llamas provocadas por los
militares y por los que ansían el poder y la expansión... ».

Cayce, en lo que sería una de las más conocidas y a la vez confusas profecías,
sugirió que los últimos años del siglo xx y los primeros del siglo xxi serían una época de cambios sin precedentes sobre la Tierra. Al igual que los videntes del pasado, vio cambios globales que podían clasificarse en dos categorías: un futuro que vendría por un cambio gradual, y una época de tumultuosos cambios que, en el mejor de los casos, se pueden describir como catastróficos. Curiosamente, los dos tipos de profecía tienen lugar para el mismo periodo de tiempo.

En la lectura #826-828, de agosto de 1936, se le pregunta a Cayce sobre cambios
que ve para los años concretos de finales de milenio y comienzos del 2001. Lejos de la vaguedad de muchas de estas profecías, su respuesta es una afirmación directa de
un movimiento tangible de cambio sobre la Tierra. «Hay el cambio del polo. O empieza un nuevo ciclo ...»

Las fluctuaciones de los polos magnéticos de más de cinco grados en los últimos cuarenta años, unidas al rápido descenso de la intensidad magnética que ha
precedido a estas inversiones polares en la historia de la Tierra, han renovado el
respeto por esas visiones. En una ser ie de lecturas que culminaron en 1934, Cayce describió cambios geográficos y geofísicos que vió que comenzarían en un período de cuarenta años, entre 1958 y 1998.

Una clave para interpretar estos indicadores es que fueron profetizados como que han de empezar, no necesariamente como que suceden, alrededor de 1998. Estos cambios es muy previsible que se alarguen hasta el siglo próximo. Mark Thurston, un experto en las enseñanzas y filosofía de Edgar Cayce, resume sus descripciones como sigue:

1. Se producirá una ruptura de la masa terrestre en la porción occidental de
América.

2. La mayor parte del Japón quedará sumergida bajo las aguas.

3. Habrá algunos cambios en las partes del norte de Europa que sucederán tan
rápido que se podrá decir que ha sido en «un abrir y cerrar de ojos».

4. Surgirán tierras del océano Atlántico frente a las costas de América.

5. Grandes solevantamientos azotarán el Ártico y la Antártida.

6. Los volcanes entrarán en erupción, especialmente en los trópicos.

7. Un cambio en los polos alterará las condiciones climáticas. Por ejemplo, ciertas
áreas frías y semitropicales se volverán tropicales.

Tal como indica Thurston, varios de estos cambios parecen estar directamente
conectados con un cambio en los polos magnéticos. Aunque todavía se ha de producir
un cambio completo, cada vez hay más científicos e investigadores que creen que los cambios recientes en los campos magnéticos de la Tierra son justamente los precursores de dicho acontecimiento.

Aunque entre las primeras predicciones de Cayce hay una serie de profecías sobre el
milenio que parecen ser catastróficas, lecturas posteriores sugieren un cambio interesante, aunque sutil. En una lectura de 1939, la visión de Cayce del final de siglo describe cambios graduales, en vez de los cambios repentinos anteriormente citados. Cayce afirma que «en 1998 veremos una gran actividad creada por los cambios graduales que se están produciendo».

Continúa hablando sobre el cambio de milenio, y afirma que «en lo que a los cambios se refiere, el cambio entre la era de Piscis a la era de Acuario es gradual, sin
cataclismos».'

Al ofrecer dos visiones distintas sobre el cambio de siglo, Cayce puede que hubiera aportado una nueva revelación sobre el valor de la profecía en nuestras vidas actuales. Puesto que sus lecturas de catástrofes, así como la de cambios graduales, comprendían sólo unos cuantos años en vez de siglos, ¿qué cambio en nuestro futuro puede sugerir esa diferencia en sus lecturas?

Es indiferente qué visiones sobre nuestro futuro consideremos, pues la mayoría se
escapan de las mediciones exactas del tiempo parecen representar momentos de
posibilidad, más que una cita concreta con un resultado preciso. Con sus propias
palabras, el «profeta dormido» ofrece una clave para la ciencia de la profecía, recordándonos que nosotros influimos en el resultado de la historia mediante el rumbo que toman nuestras vidas en el presente. En la lectura #311-310,' Cayce sugiere que nuestra respuesta a los retos de nuestra vida puede determinar, al menos en parte, el grado en que experimentemos los cambios que él predijo. «Puede depender en gran medida de lo relacionado con la metafísica...

Existen las condiciones que en la actividad de las personas, de acuerdo con su pensamiento y empeño, a menudo mantienen intactas muchas ciudades y tierras con su aplicación de las leyes espirituales».

PROFECÍAS SOBRE LOS AMERINDIOS

Los pueblos nativos del norte y del sur de América creen firmemente que los acontecimientos actuales evocan las profecías de sus antepasados. Muchas visiones de un mundo que ha de venir han sido mantenidas en secreto por distintas tribus para salvaguardar la integridad de las revelaciones de sus antepasados. Al sentir que el cambio de milenio representa el día descrito en las profecías tribales, sus directrices para este momento en la historia se comparten ahora abiertamente. La creencia es que personas de todas clases y de todas las naciones se beneficiarán de las revelaciones que nos legaron hace mucho tiempo. Salvo las diferencias específicas entre las tradiciones de las familias y de las tribus, hay hilos comunes que unen muchas de las profecías de las Américas tribales en una visión unificada de nuestro futuro.

Los indios hopi del sudoeste de América del Norte ofrecen algunas de las visiones
más concisas sobre el futuro en sus profecías del nacimiento de un nuevo Sol. Al igual que las tradiciones de los maya, de los aztecas y de otros pueblos indígenas anteriores que se encuentran por toda América, los hopi creen que ha habido grandes ciclos de experiencia humana antes de nuestro tiempo.

Cada uno de ellos terminaba en un período de destrucción, de los cuales el más
reciente era el de la Gran Inundación. Estamos en los últimos días del fin de uno de
esos ciclos, dicen ellos, y nos estamos preparando para entrar en los días del quinto Sol. Antes del fin de nuestro ciclo, las profecías hopi describen un período de declive seguido de una etapa de transición hacia el próximo ciclo. Desde su perspectiva, el tiempo de declive es un tiempo de grandes cambios, a menudo denominado «tiempo de purificación». Al creer que la Tierra y nuestros cuerpos son uno, los hopi ven el estado de la Tierra como un «mecanismo de interacción», como una especie de barómetro, que nos recuerda cuándo hemos tomado decisiones que afirman o niegan la vida en nuestro mundo.

Una de las primeras visiones hopi que se divulgó fue la que habla de los tres
signos que denotan un calendario para el Gran Cambio. El primer signo era la
aparición de la Luna «sobre la tierra, así como en el cielo». El cumplimiento de esta parte de la profecía supuso un misterio hasta 1993, cuando empezaron a aparecer las
imágenes lunares circulares en los campos de cereales de la campiña inglesa. Las
inconfundibles imágenes de luna creciente fueron interpretadas por los ancianos hopi
como la primera parte de su profecía.

El segundo signo fue la aparición de la «estrella azul», símbolo que es habitual en el folclore y en los mitos de muchas tradiciones hopi. Algunos ancianos hopi vieron en 1994 el impacto del cometa Shoemaker-Levy contra Júpiter como una señal de la segunda profecía. Los investigadores no comprendían cómo podían creer que el impacto de un cometa roto significaba el cumplimiento de la segunda profecía. La respuesta llegó cuando se vieron las imágenes espectrográficas del planeta gigante tras las colisiones: Júpiter brillaba emanando un curioso tono azul, ¡que sólo podía verse con sofisticados instrumentos de imagen!.

Quizás el signo más místico de las profecías hopi sea el tercero y último. Usadas con
profusión en las danzas, tejidos y en la arena, las pinturas de los hopi son curiosas
imágenes humanoides que a menudo adornan sus viviendas y sitios ceremoniales. Con
extraños trajes y rostros de otro mundo, estas representaciones de los antepasados
de los hopi, las gentes del cielo, se denominan kachinas. La tercera parte de la profecía afirma que la época del tercer gran cambio ocurre cuando regresan los kachinas de las estrellas y vuelven a bailar sobre las mesas de las plazas de sus pueblos. Que yo sepa cuando escribí este libro, este tercer signo todavía no se había producido.

PROFECÍAS BÍBLICAS

Tal como se ha mencionado en el segundo capítulo de este libro, una serie de libros
relacionados con nuestra Biblia moderna fueron considerados inapropiados para ser
aceptados oficialmente por la Iglesia Católica del siglo iv. Relegados a la oscuridad de las criptas y a las bibliotecas privadas, uno de los libros antiguos más fascinantes y quizás el más místico sea el del profeta Enoc. Con elocuentes descripciones de la creación, el linaje humano e información astronómica, tan detalladas que sólo podían ser autentificadas con la tecnología del siglo xx, este antiguo texto se conoce como el Libro de los secretos de Enoc. Encontramos referencias directas a este extraño texto en la obra del teólogo del siglo II, Tertuliano. En cartas recientemente recuperadas, nos explica que la «Escritura de Enoc» no es tratada del mismo modo que el resto de las escrituras porque no está incluida en el canon hebreo." Estas referencias confirman que el Libro de Enoc era considerado como una obra apta por los eruditos antes de las revisiones del
Concilio de Necea en el siglo iv.

Las profecías de Enoc guardan una considerable semejanza con las de los profetas
bíblicos posteriores a él, como Isaías, y posteriormente Juan en el Apocalipsis. Enoc describe con tremendo detalle su viaje profético hacia el futuro a su hijo Matusalén, que anota la experiencia de su padre para las generaciones siguientes. Enoc, en un manuscrito descubierto en la biblioteca Bodleian en 1773, comparte su visión de los cambios climáticos y celestes que predijo para finales de nuestro siglo. Matusalén, identificado como el «séptimo hijo después de Adán», habla de las experiencias proféticas de su padre de un modo muy distinto a como lo hacía el, «profeta dormido» Edgar Cayce, cuando dice que Enoc «hablaba con los ojos abiertos, mientras tenía una visión sagrada en los cielos».

Tras sus grandes visiones sobre nuestro futuro, Enoc afirmó «haber oído todas las
cosas, y comprendido lo que había visto; - aquello no tendría lugar en su generación,
sino en una generación que había de llegar en una época muy lejana, a causa de los
elegidos... En esos días... la lluvia escaseará..., los frutos de la tierra se retrasarán y no florecerán en su estación; y en su estación los frutos de los árboles serán retenidos...; el cielo permanecerá inmutable. La Luna cambiará sus leyes y no será vista cuando corresponde... ».

Justo después de la tribulación que describe para la Tierra Enoc narra una
secuencia adicional de acontecimientos que encarnan una época de belleza,
esperanza y futuro. En esta secuencia, que se presenta como si se originara en una visión diferente que hablara de un tiempo distinto, Enoc ve el anterior cielo «partir y extinguirse», y anuncia que «un nuevo cielo aparecerá». Este antiguo patrón de adversidades, aparentemente seguido de la redención, se repite en todas las visiones de Enoc, así como en otras profecías que examinaremos.

Quizá las revelaciones con más carga emotiva sobre los tiempos futuros puedan
hallarse en la colección de visiones proféticas de los textos bíblicos modernos. Las profecías de la Biblia, que abarcan desde el destino de dirigentes específicos y jefes de Estado hasta las visiones globales del fin de los tiempos, continúan provocando fuertes reacciones en quienes las leen, miles de años después de que estas tuvieran lugar. Las pistas sobre el poder, así como la confusión que rodea a tales visiones, que suscitan desde una curiosidad sin límites hasta un ardiente fervor, podemos hallarlas al revisar las modernas interpretaciones sobre las mismas hasta llegar a su origen.

No es extraño descubrir, por ejemplo, que muchas de las profecías a las que hoy
hacemos alusión no fueron escritas hasta algunos años después de que la profecía original fuera revelada, a veces incluso tras haber transcurrido cientos de años.

Puesto que eran transmitidas oralmente, de generación en generación, no se sabe Seguro si algunos libros proféticos fueron escritos por los propios profetas o por otros que usaban su nombre como metáfora en las historias.

El Libro de Daniel es uno de estos ejemplos. En la edición de la New American Bible, de la editorial Saint Joseph, el prólogo a Daniel afirma que «este libro lleva este nombre, no por su autor, que en realidad es desconocido, sino de su héroe, un joven judío llevado de pequeño a Babilonia, donde vivió hasta el año 538 A.C.».

La introducción prosigue: «El libro contiene historias que se originaron en las tradiciones populares y fueron transmitidas por estas, que narran las pruebas y los triunfos del sabio Daniel y de sus tres compañeros».

Esta interpretación contradice directamente la de otros expertos en la Biblia, como
John Walvoord, que afirma «está claro que el libro dice ser producto de Daniel, pues se hace referencia a él en primera persona en numerosos pasajes de la segunda mitad del libro... También se menciona a Daniel en Ezequiel, lo cual sería bastante natural puesto que eran contemporáneos ...».

Incluso hoy, casi dos milenios después de la recopilación de los textos, los expertos todavía han de llegar a un consenso incluso respecto a los aspectos básicos de algunos de los textos más sagrados. Para añadir más confusión al desciframiento de las profecías bíblicas, está la cuestión de la precisión de las traducciones con el paso de los siglos. A diferencia de algunas partes de la Biblia hebrea, que se sabe que fue copiada letra por letra con total exactitud durante al menos los últimos mil años,* la Biblia occidental ha sufrido * El códice de Leningrado data del año 1008. Desde esa época, los eruditos están de acuerdo en que los cinco libros del Antiguo Testamento hebreo han permanecido inalterables muchos cambios. Incluso desde la fundación de Estados Unidos, hace menos de trescientos años, las adaptaciones y traducciones de un idioma a otro han introducido cierto margen de error. Por exacta que nuestra recopilación de la historia, la genealogía y la sabiduría nos pueda parecer en algunos aspectos, no se puede interpretar al pie de la letra, porque el texto cambia con cada traducción. Con frecuencia, sencillamente en un idioma no hay palabras que representen exactamente el mismo concepto y del mismo modo que se expresa en otro. En estos casos, los traductores hacen todo lo que pueden.

Aquí es donde cabe introducir una aproximación de temas y conceptos en tales
traducciones.
La Biblia occidental, tal como hoy la conocemos, ha sufrido muchos de estos
procesos, incluyendo una traducción del idioma egipcio altamente simbólico, que a su
vez procedía de las lenguas originales aramea y hebrea. Un ejemplo de cómo la
aproximación puede alterar sutilmente una traducción bien intencionada queda ilustrada en las palabras en arameo de la primera línea de la oración del Padrenuestro. En inglés esta frase reza como el familiar «Padre nuestro que estás en los cielos». Sin embargo, en el original arameo, la misma frase sólo tiene dos palabras: Abwoon d'bwashmaya. No hay palabras en inglés que puedan expresar con exactitud estas palabras arameas. Los traductores han tenido vía libre para crear series de palabras inglesas que se aproximen al significado original. Una muestra de tales aproximaciones puede verse en las siguientes posibles traducciones de este ejemplo del Padrenuestro: «¡Oh, Otorgador de vida! Padre-Madre del Cosmos», «¡Oh, Tú! El aliento de la vida de todos», «Nombre de los nombres, nuestra pequeña identidad se disuelve en tu interior» y «Resplandeciente: Tú brillas en nuestro interior»." Todas ellas son traducciones válidas de las palabras originales y cada una expresa un sentimiento muy distinto para la intención del texto original.

En este ejemplo, podemos ver que el tema siempre permanece presente, aunque las
palabras cambien. Al igual que cuando hoy fotocopiamos un texto, muchas de las copias
se parecerán al original, aunque hayan perdido claridad. En el último siglo de historia bíblica, ha habido muchas oportunidades de que se introdujeran errores que cambiaran el sentido original de los ant iguos profetas. Hoy en día podemos escoger entre una serie de interpretaciones y traducciones; todas ellas satisfarán una necesidad especial y servirán a un propósito en concreto para cada lector. Un estudiante de la Biblia puede que elija la King James Version, u otras como la New International Standard Version, The New Living Bible y la Saint Joseph Edition. Cada versión tiene su origen en la misma colección de rollos, libros, documentos y manuscritos aceptados por la Iglesia en el siglo iv.

LA PROFECÍA PERDIDA

En las versiones modernas de las profecías bíblicas, vemos una clase especial
de textos visionarios identificados con nombres como «el Final del Tiempo», «los
Días Finales» o «en aquellos días». En su conjunto estas obras se conocen como las
profecías apocalípticas. Aunque con frecuencia se ha considerado que anunciaban una
terrible época de oscuridad y cataclismos en el futuro del planeta, estas obras, de hecho, puede que estén enseñando a generaciones futuras algo de una naturaleza totalmente distinta.

En la actualidad la palabra Apocalipsis evoca en nuestra psique colectiva profundos
sentimientos de tinieblas, desesperación y juicio. La palabra griega apohalypsís tiene una definición breve y aparentemente inocente. Sencillamente significa divulgar o revelar.

Esto es precisamente lo que nos ofrecieron los antiguos profetas gracias a sus magistrales revelaciones sobre nuestro futuro. Revelaron posibles resultados basados en las condiciones de su tiempo y divulgaron sus descubrimientos a las generaciones futuras.

El Libro esenio de la revelación [o del apocalipsis] es un ejemplo de uno de esos
libros. Recuperado y traducido del idioma arameo nativo en que fue escrito, esta versión de la Revelación es tan similar a las versiones canonizadas posteriores conocidas como la Revelación de Juan [el Apocalipsis] que los investigadores y expertos sospechan que el manuscrito del mar Muerto pueda ser la versión original de esta antigua visión de nuestro futuro.

Consideradas por muchos como las profecías bíblicas más místicas, las visiones del
apóstol Juan también describen algunos de los detalles más gráficos de las
adversidades, como en cualquier otra profecía, antigua o moderna. La fragmentada
naturaleza de la visión de Juan contribuye a lo que ya es en sí mismo un texto esotérico y profundamente simbólico. Durante la canonización de la Biblia en el año 325, parece casi como si se hubiera llegado a un compromiso respecto a algunos de los textos clave.

En lugar de descartar por completo los manuscritos, fueron conservados como versiones editadas, condensándolos en un formato que se creía que era más asequible para los lectores de la época.

El viaje, que se convierte en la revelación de Juan para las generaciones futuras, empieza cuando él pide que le saquen de su tiempo, le lleven al futuro y le
permitan ver lo que posiblemente nos espera y el final de milenio. Juan describe su
visión de caos, muerte, terror y destrucción, de una magnitud sin precedentes con
detalles gráficos. Le pregunta a su guía angélico por qué suceden estas cosas, y
este le responde: «El hombre ha creado estos poderes de destrucción. Los ha forjado de su propia mente. Ha apartado su rostro de los Ángeles [fuerzas] del Padre Celestial y de la Madre Terrenal y ha fabricado su propia destrucción».` Tras presenciar estos hechos, el corazón de Juan «se llena de compasión». «¿No hay esperanza?», pregunta. La voz le responde a Juan, recordándole las grandes posibilidades para el presente y para las generaciones futuras: «Siempre hay esperanza, para ti y para quienes fueron creados el cielo y la tierra ... ».`

De pronto, la visión de muerte y destrucción se disuelve y aparece otro escenario,
una segunda posibilidad. En lugar de un final para lo que toda la humanidad ha llegado a conocer y amar, esta nueva posibilidad ilustra un resultado de una naturaleza muy distinta. «Pero no vi lo que les acontecía, mi visión cambió y vi un cielo y una tierra nuevos: pues pasaron el primer cielo y la primera tierra... Y escuché una gran voz desde el cielo que decía:
«No habrá más muerte, ni tristeza, ni llanto, ni habrá más dolor". »

Mientras la visión de Juan prosigue, éste ve un tiempo de paz y de cooperación que
engloba a todas las naciones del mundo. En esta época ya no hay más necesidad de
luchar. Escucha cómo su guía le describe el fin de la guerra: «Ninguna nación blandirá ya su espada contra otra, tampoco aprenderá ya más la guerra, pues estas cosas ya pasaron».

A través de estos pasajes y de otros similares, se nos ofrece un mensaje de
esperanza. A continuación viene un tema que es familiar en otras profecías, Juan ha mostrado dos posibilidades para el futuro de la humanidad. Ambos resultados eran reales y los humanos pueden elegir cualquiera de ellos. La clave que quedó de nuestra oración masiva por la paz fue que el resultado conjunto vendría determinado por nuestras elecciones individuales. La capacidad de la gente que vivió en los tiempos de Juan de respetar las leyes de la vida fueron las experiencias que aportarían nuevos resultados, que desviarían la posibilidad de una destrucción.

En cada visión, se le recuerda a Juan que la gente que vivía en «aquellos días»
determinaría cómo iban a experimentar el gran cambio del futuro de la humanidad.
Él pregunta qué ha de pasar para que ocurra el segundo resultado. Una vez más, la voz que guía sus visiones le responde: «Observa, hago de nuevo todas las cosas... Yo soy el principio y el final... Daré de beber al sediento del agua de la fuente de la vida. El que [recuerda] heredará todas las cosas... ».

Los pasajes finales registran el reconocimiento de Juan de comprender lo que ha visto y el efecto que su visión ha tenido sobre él: «He alcanzado la visión interior... He
escuchado tu asombroso secreto... Mediante mi revelación mística has hecho brotar en mí un manantial de conocimiento, una fuente de poder, que mana aguas vivas; un
torrente de sabiduría infinita».


Hay otros pasajes en los rollos esenios que continúan describiendo con todo detalle
la posibilidad de un tiempo en nuestro futuro en que habremos superado, la necesidad de catástrofes para provocar un cambio. En ese tiempo, las condiciones que se habían
cobrado la vida de los habitantes de la Tierra ya no estarán: «En el reino de la paz no hay hambre ni sed, ni viento frío ni caliente, ni vejez ni muerte. En el reino de la paz, animales y hombres vivirán eternamente».

Los profetas de la Biblia muchas veces describían resultad muy distintos para
nuestro futuro, a veces incluso contradictorios La pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué hay diferentes visiones de las profecías para una misma época en nuestro futuro? ¿Cómo puede un profeta ver dos posibilidades diferentes para un mismo período de tiempo?

A mediados de los noventa, se descubrió una nueva herramienta profética en un formato
muy antiguo. Puede que el cerrojo de tecnología del tiempo nos haya permitido curiosear a través de lo ojos de este instrumento profético sólo cuando hemos madurado lo suficiente para poder reconocer sus posibilidades.

EL MAPA DEL TIEMPO DE 3000 AÑOS DE ANTIGUEDAD

En 1995, un antiguo instrumento profético fue de pronto expuesto al público de un
modo gráfico y espectacular. El 4 de noviembre de ese año sucedió algo que el
instrumento había predicho con una precisión que sobrepasaba la posibilidad de
que fuera una coincidencia. El acontecimiento fue el asesinato de Yitzhak Rabin, el primer ministro de Israel, en la ciudad de Tel Aviv El asesinato había sido profetizado con tal precisión que el nombre del primer ministro, la fecha en que se produciría, el nombre de la ciudad e incluso el nombre del asesino, Amir, no eran un secreto, ¡todo ello estaba cifrado en un documento de más de tres mil años de antigüedad!.

Lo irónico es que el documento no era un manuscrito perdido custodiado por una
organización secreta o por algún privilegiado. El mapa codificado del futuro era el
mismo mapa que nos ha proporcionado confort y guía durante al menos setenta y cinco
generaciones y que hoy en día es considerado como sagrado por varios cientos de
millones de personas de todo el mundo. ¡El mapa del tiempo fue descubierto como un
código secreto oculto en la Biblia en los tiempos en que fue escrita! Concretamente, el código se halló en los cinco primeros libros de la Biblia hebrea, conocidos como Torah, la versión que se dice que permaneció sin modificar desde que fue revelada al ser humano hace más de tres mil años.

La clave, conocida como el Código de la Biblia, descubierta por un matemático israelí, el doctor Eliyahu Rips, ha sido revisada y confirmada por matemáticos de las mejores universidades del mundo, así como por organismos especializados en criptografía, como el Ministerio de Defensa de Estados Unidos. Durante más de doscientos años, los eruditos han sospechado que los textos bíblicos eran algo más que una recopilación de palabras que se debían leer de forma linear. Un experto del siglo xviii, conocido como el Genio de Vilna, afirmó que «la regla es que todo lo que fue, es y será hasta el fin del tiempo, se encuentra en la Torah, desde la primera hasta la última palabra. Y no meramente en un sentido general, sino con los detalles de todo lo que le ha sucedido desde su nacimiento hasta su fin».

Los mensajes cifrados de nuestro pasado y futuro se pueden estudiar creando una
matriz con las letras de los cinco primeros libros de la Biblia hebrea. Se empieza con la primera letra de la primera palabra, se eliminan todos los espacios y puntuaciones hasta llegar a la última letra de la última palabra, dejando una sola frase de cientos de caracteres. Con el uso de sofisticados programas, se examina la matriz restante en busca de patrones e intersecciones de palabras. Por ejemplo, en el Génesis, la palabra «Torah» es deletreada en secuencias de cincuenta caracteres hebreos entre cada una de las letras de la palabra. Esta misma secuencia se halla en los libros siguientes: Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. La observación de esta secuencia por parte del rabino H.M.D.Weissmandel en los años cuarenta se convirtió en la clave para descifrar los patron de palabras cifradas en el texto.

Michael Drosnin, en su libro The Bible Code, describe la precisión y exactitud del Código de la Biblia para predecir los acontecimientos pasados. Circunstancias tan dispares como el asesinato de Kennedy, el impacto del cometa Shoemaker-Levy contra Júpiter, elección del primer ministro israelí Netanyahu, incluso las fechas la localización del ataque con mísiles SCUD que los iraquíes lanza ron contra Israel durante la Guerra del Golfo en los noventa, están descritos con un grado de detalle que desafía las probabilidad matemáticas y estadísticas. El Código de la Biblia ofrece datos específicos, no generalidades que puedan estar sujetas a interpretación Drosnin describe muchas de esas referencias. En la predicción de Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, el código deletrea palabra¡ como «guerra mundial» y «solución final», junto a nombres de líderes políticos de la época: «Roosevelt», «Churchill», «Stanlin» «Hitler». Los países involucrados en el conflicto estaban claramente especificados: «Inglaterra», «Francia», «Rusia», «Japón» y «Esta dos Unidos». Incluso aparecen las palabras «holocausto atómico» «1945», el año en que se lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima la única vez que esas palabras aparecen en la Biblia.

Gracias al desarrollo de los ordenadores de alta velocidad ha podido descifrar el
código que se halla en la Biblia hebrea. Lo nuevos ordenadores han substituido la
tediosa descodificación manual con sofisticados programas de búsqueda. Tras
haber comparado con otros textos de grupos de control y diez millones de casos de
prueba creados por el ordenador, sólo se han hallad textos cifrados en la Biblia. Vertical, horizontal y diagonalmente nombres de países, acontecimientos, fechas, tiempos y personas se entrecruzan entre ellos, ofreciendo una instantánea de los
acontecimientos del pasado y de las posibilidades del futuro. El mecanismo actual de
este extraordinario pronosticador se tratará en el capítulo vii, pero ahora quizá lo más importante para el asunto de la profecía sea de qué modo este libro del tiempo aparentemente milagroso se relaciona con nuestro futuro.

En vista de la precisión del Código de la Biblia para detallar nuestro pasado, ¿qué
exactitud puede tener esa misma matriz en predecir los tiempos futuros? El doctor Rips en sus conversaciones con Drosnin, sugiere que todo el Código de la Biblia tuvo que ser escrito de una sola vez, en lugar de en series de escritos que se fueron
haciendo con el paso del tiempo. Esa afirmación sugiere que todas las posibilidades de todos los futuros ya están marcadas. «Lo experimentamos como un holograma; se ve de un modo distinto cuando lo observamos desde otro ángulo, pero, por supuesto, la imagen está pregrabada.»

La clave que aplicar a este antiguo código del tiempo para los acontecimientos futuros puede estar en contemplarlo con los ojos de un físico cuántico.

En la física moderna hay un principio que afirma que es imposible saber el «cuándo» y el «dónde» de una misma cosa al mismo tiempo. Si mides dónde está algo, pierdes información sobre la rapidez con la que se mueve. Si mides la rapidez con la que se mueve, no puedes saber con certeza dónde está. Esta clave para el mundo cuántico fue desarrollada por el físico Werner Heisenberg, y se conoce como el principio de incertidumbre (o indeterminación) de Heisenberg.

La demostración de la impredecible conducta de la naturaleza en el mundo cuántico
puede que indique que nuestro sentido del tiempo sigue precisamente este tipo de
conducta. De ser así, las posibilidades que aparecen en el Código de la Biblia pueden
existir sencillamente como tales, como posibilidades. Los acontecimientos, tanto
pasados como futuros, son el resultado final de una secuencia de condiciones que
puede que hayan empezado días, o incluso cientos de años, antes de que el hecho
real tenga lugar. Expuesto como una ecuación actual, si elegimos un curso específico de acontecimientos, entonces podemos esperar ver tal y tal resultado.

Si vemos la herramienta de predicción como una lente que nos muestra mejor las
posibilidades, esta aportará un nuevo entendimiento sobre el papel de la profecía en
nuestras vidas. El Código de la Biblia, al coincidir sobre nuestro futuro con muchas
profecías bíblicas, de los amerindios y demás, nos pone sobre aviso respecto una serie de escenarios apocalípticos. Con inicio en un futuro próximo, sucesos como una tercera guerra mundial que se originará en Oriente Próximo, terremotos catastróficos y la devastación de grandes centros de población, se presentan como posibilidades.

La amenaza de una colisión directa con un cometa al final del siglo xx o principios del xxi, parece, ser una de las, preocupaciones, más inmediatas.

En 1992 el astrónomo Viran Marceen del Harbad-Smithsonian Centre for Astrophysics,
anunció el regreso del cometa «Tortuga Veloz» (Swift-Turtle), descubierto originalmente en 1858. El día exacto del redescubrimiento del cometa estaba en el Código de la Biblia, junto con su predicho retomo 134 años después. Las palabras concretas «cometa», «Tortuga Veloz» y la fecha del retorno de dicho cometa en el año 2126, están claramente cifradas en el texto. Al principio se pensó que estaba en vías de colisionar con la Tierra en el momento de su retorno; sin embargo, la revisión de los cálculos parece indicar que el cometa pasará a una distancia segura. No obstante, los astrónomos advierten de una serie de «colisiones fallidas cercanas» que nos conducirán hasta la época del regreso de la Tortuga Veloz en el año 2126; la primera de ellas tendrá lugar en el año 2006. En el texto hebreo, cruzándose con la fecha del año 2006, se encuentran las palabras: «Su camino colisionó con su morada», acompañadas de la frase en una línea adjunta, «Año en que se predice para el mundo».

A continuación de estas advertencias hay palabras similares que conducen al año
2010. Las palabras «días de horror» cruzan esta fecha con descripciones adicionales de
«oscuridad», «tinieblas» y «cometa». Quizá la secuencia más inquietante de las palabras respecto al futuro se encuentre por encima del año 2012. Es aquí, justamente en el mismo año en que finaliza el calendario maya, donde vemos las palabras «Tierra
aniquilada». Esta visión de una antigua posibilidad para nuestro futuro ofrece un
misterioso ejemplo de un elemento que se halló en todo el Código de la Biblia.

Drosnin afirma que en el lugar donde está cifrada la fecha, un segundo pasaje describe un resultado muy distinto. Las palabras simplemente dicen: «Será hecho añicos, apartado, lo haré pedazos, 5772» (el año hebreo para el año 2012).

Al igual que otras profecías, por una parte el código parece estarnos diciendo que
el año 2012 termina con la vida en el planeta, al menos tal como la conocemos,
mientras que a un mismo tiempo, en otro lugar, la amenaza contra la Tierra es
destruida. ¿Cómo pueden darse los dos resultados a un mismo tiempo? De vez en cuando
surgen paradojas similares en el Código de la Biblia, concretamente en lo que respecta a los resultados de elecciones, acontecimientos políticos y guerras. Además de recordarnos la oportunidad de dar forma a resultados específicos para el futuro basados en nuestras elecciones del presente, el Código de la Biblia nos recuerda algo aún más significativo.

Muy cerca de los resultados específicos, como asesinatos y las simientes de una
guerra mundial, hay dos palabras que se repiten una y otra vez. Junto a muchos de los sucesos más graves, las palabras formulan una sencilla pregunta: «¿Lo cambiaréis?». El Código de la Biblia, al evocar las creencias de los antiguos esenios conservadas para nosotros,
también parece sugerir que desempeñamos un papel significativo en el curso de los
acontecimientos, incluso de aquellos que ya están en movimiento en forma de posibilidades.

¡Según parece, nuestro papel es tan importante que puede que hasta cambiemos el curso
de los hechos! «¿Lo cambiaréis?», parece ser una pregunta directa hecha a aquellos que con seguridad leerían el mensaje del criptógrafo tres mil años después de que fuera escrito.


Es como si los escritores supieran que seria necesario disponer de tecnología altamente sofisticada para comprender su código; como si nos recordaran que ahora, cuando estamos descifrando el mensaje de los criptógrafos, es cuando estamos preparados para participar en el despliegue del tiempo y cambiar las posibilidades más oscuras del futuro. ¿Cómo puede ser que hayan aparecido ahora estos y otros mensajes en un manuscrito que fue cifrado hace más de tres milenios? El Código de la Biblia nos devuelve a las mismas preguntas a que nos han conducido las otras profecías.

UNA NUEVA PROFECÍA

Entre los múltiples cálculos y profecías de los indígenas respecto al momento actual
en la historia, el año 1998 parece marcar el comienzo de una ventana en el tiempo
donde podemos esperar ser testigos de algunos de los más grandes cambios que
tendrán lugar sobre la faz de la Tierra. Saber en qué lugar exactamente dentro de esa ventana se sitúa nuestra vida es cuestionable, incluso para los propios profetas. Edgar Cayce, por ejemplo, vio el año 1998 como el último año de un ciclo de cuatro décadas,en el que podíamos esperar el inicio de «una transformación planetaria sin precedentes».

Nostradamus, por otra parte, situó el año 1998 al principio de un ciclo de cataclismos que él preveía que duraría unos trescientos años. Más allá de las discrepancias de las fechas exactas, las profecías para nuestro tiempo revelan casi universalmente un tema común; anuncian el nacimiento del nuevo milenio como una época en la que podemos esperar ver grandes cambios sobre la Tierra y en nuestros cuerpos.

Junto a las visiones sobre nuestro posible futuro, los antiguos videntes nos
recuerdan un gran misterio. Este es especialmente fascinante ante la sofisticación de los calendarios y la precisión de los sistemas para medir el tiempo. Por precisas que las tradiciones proféticas orales y escritas puedan parecer, ninguna llega a describir con detalle cómo terminará este gran ciclo del tiempo y cómo empezará el siguiente.

Además de resaltar posibilidades para el futuro, nuestros antepasados reconocieron
una potente fuerza que nos daría el poder de elegir qué posibilidad queremos vivir. Muy olvidada en los últimos tiempos, esa fuerza es el poder de la elección en masa
expresada en la forma de oración masiva.

En el lenguaje de su tiempo, los antiguos profetas sugirieron que nosotros tendríamos
la capacidad de evitar sus visiones de destrucción para nuestro futuro, cambiando
conscientemente el curso del tiempo en el presente. Parece como si muchas de las
tradiciones de nuestros antepasados hubieran vislumbrado una relación entre las
acciones de las personas en este mundo y el resultado de las profecías que ellos habían anunciado. Esa conexión entre nuestras rutinas cotidianas y el resultado de la profecía ha sido un misterio hasta el siglo xxi. Es en esta época, con la formulación de una nueva física, cuando las posibilidades del tiempo, la profecía, los milagros y nuestro papel en el futuro de la humanidad se han aclarado. Ahora sabemos que las predicciones ofrecen sólo posibilidades aisladas. También sabemos que elegimos nuestras posibilidades cada vez que respiramos.

"El tiempo no es lo que parece. No fluye sólo en una dirección, y el futuro existe simultáneamente con el pasado.
ALBERT EINSTEN.

Libro EL EFECTO ISAÍAS – Gregg Braden.