sábado, 16 de julio de 2011

"Los Pies".


Los pies de una persona recorren el equivalente a tres veces la vuelta a la tierra a lo largo de su vida. Esta parte de la anatomía, la única capaz de llevarnos a cualquier lugar (sin contar la imaginación), soporta el 120% del peso del cuerpo y absorbe más de 1.000 toneladas de presión por cada 10 kilómetros. Se trata, sin ninguna duda, de la zona que más estrés sufre con cualquier actividad deportiva y, sin embargo, es la que menos atención y cuidados recibe.

Desde una mirada psicogenealógica, en los pies podemos situar la infancia. Simbolizan la firmeza y el arraigo; “tener los pies en el suelo” significa estar arraigado, ser consciente. El otro día señalábamos que podemos reconocer a nuestros amigos y familiares por el sonido de sus pasos.Veamos algunos ejemplos:

-Tener los pies grandes puede significar que es una persona que en su infancia estuvo muy unido a la madre, incluso una cierta tendencia al materialismo. Por el contrario, los pies pequeños pueden señalar que el apoyo lo encontraba en lo paterno, individuo atraído por lo espiritual y por lo intelectual.

-Los pies planos corresponden a una persona sin ataduras, sin estabilidad ni apoyo, a la que no le gusta echar raíces.

-Los pies pesados y firmes tienen una buena conexión con la realidad. Firmemente arraigadas al suelo, a la seguridad.

-Caminar sobre las puntas de los pies significa tener poco contacto con la realidad, no echan raíces en ninguna parte y son poseedores de grandes sueños, con mucha fantasía y creatividad.

-Caminar apoyados sobre el talón, marca una tendencia a rehuír de la vida ya que pueden se derribados hacia atrás fácilmente.

-También podemos observar que cuando al caminar las puntas de los pies se separan, marcan que son hijos de padres divorciados, o separados…

-Cuando hay una regresión a la infancia las puntas de los pies miran hacia dentro.

Aunque hay más cosas “simbólicas” que podemos hacer y que guardan relación con los pies:
Dice Alejandro Jodorowsky que es conveniente que amemos la ciudad en la que vivimos, ese espacio que pisamos todos los días. Y para mejorar nuestra relación con ese espacio propone este sencillo acto psicomágico: “antes de salir a pisar la calle, perfuma las suelas de tus zapatos”

Se suele decir que los problemas de pies esconden el temor al futuro y el miedo de no poder avanzar en la vida.

Otro ejemplo para entender la importancia de los pies:
Una consultante le dice a Alejandro Jodorowsky que sufrió de pequeña orfandad y maltrato, que ha salido sola adelante pero con algunos inconvenientes. Con 37 años, sigue sin permitirse ser feliz, siempre adelantándose a los acontecimientos sin disfrutar del momento y siendo poco o nada consciente de sus logros…

Alejandro Jodorowsky le contesta que debe amarrarse al presente y fabrícarse unos zapatos con suelas de plomo. Así cada paso que de la atará al suelo y la sacará de las fantasías del futuro. Le dice que el futuro no es su enemigo, ya que encierra los designios del universo que con una inmensa fuerza tratan de conducirla a la iluminación, es decir, a expandir sus límites mentales.

Insiste en que Todo lo que haces al mundo te lo haces a ti. “Yo no voy a nadar con los pies sucios, ¿por qué tengo que andar por terrenos sucios o entre árboles que se están muriendo o por terrenos contaminados?”

Terminemos el artículo con las palabras de la maga-masajista Doña Magdalena a Alejandro Jodorowsky (”El maestro y las magas”):

La primera infancia se guarece en tus pies. Si dejas a tu bebé encerrado allí, te traba la marcha, te sumerge en una memoria que es cuna y prisión, te corta del futuro, te empantana en el pedir sin dar y sin hacer.

Deja que la energía acumulada en tus plantas, dedos, empeine, suba hasta las canillas, te transforme en niño: juega, baila, patea el aire como si fuera un gigante al que dominas. Pero no te quedes ahí, asalta esa fortaleza al parecer inexpugnable que son tus rodillas. Por delante presentan una coraza al mundo, pero detrás, en la intimidad, te ofrecen la sensualidad del adolescente.

Las rodillas conquistan el mundo, te permiten ocupar como un rey tu territorio, son los caballos feroces de tu carro. Pero si no sigues subiendo, madurando, ahí te quedarás, encerrado en tu castillo. Vamos, entra en ellas y sube por tus muslos, hazte adulto, en las articulaciones que unen tus húmeros a la pelvis descubre la capacidad de abertura de tus piernas…

Ante ti, mi héroe, se presenta la sagrada columna, cada vértebra es un escalón que te lleva de la tierra al cielo. Desde la grandeza y potencia de las lumbares, trepa hacia las sentimentales dorsales y llega a las lúcidas cervicales, para recibir la caja craneana, cofre de los tesoros que culmina en diez mil pétalos abriéndose hacia la energía luminosa que llueve del cosmos.

Y ahora que has aprendido a abrirte, no te quedes encerrado…