jueves, 25 de noviembre de 2010

"De la Energía Mental a la Energía Espiritual". Eckhart Tolle.


- Soltar la resistencia: es más fácil decirlo que hacerlo. No veo todavía claramente cómo soltarla. Si usted dice que por medio de la entrega, aún queda la cuestión de "cómo".

Empiece por reconocer que hay resistencia. Esté ahí cuando ocurra, cuando surja la resistencia. Observe cómo la produce su mente, cómo clasifica la situación, a usted mismo, a los demás. Mire el proceso de pensamiento involucrado en ello. Sienta la energía de la emoción. Al ser testigo de la resistencia, usted verá que no sirve para nada. Al concentrar toda su atención en el Ahora, la resistencia inconsciente se hace consciente, y ahí acaba. Usted no puede ser consciente e infeliz, consciente y negativo. La negatividad, la infelicidad o el sufrimiento de cualquier forma significan que hay resistencia y la resistencia es siempre inconsciente.

- ¿Seguro puedo ser consciente de mis sentimientos de infelicidad?

¿Escogería usted la infelicidad? ¿Si no la escogió cómo surgió? ¿Cuál es su propósito? ¿Quién la mantiene viva? Usted dice que es consciente de sus sentimientos de infelicidad, pero la verdad es que usted está identificado con ellos y mantiene vivo el proceso por medio del pensamiento compulsivo. Todo eso es inconsciente. Si usted fuera consciente, es decir, si estuviera totalmente presente en el Ahora, toda la negatividad se disolvería casi instantáneamente. No podría sobrevivir en su presencia. Sólo puede hacerlo en su ausencia. Incluso el cuerpo del dolor no puede sobrevivir mucho tiempo en su presencia. Usted mantiene viva su infelicidad dándole tiempo, que es su elemento vital. Suprima el tiempo por medio de la conciencia intensa del momento presente y morirá. ¿Pero quiere que muera? ¿Realmente ya está cansado? ¿Quién sería usted sin él?

Hasta que practique la entrega, la dimensión espiritual es algo sobre lo que lee, habla, con lo que se emociona, acerca de lo que escribe libros, en lo que cree, o en lo que no, según el caso. No hay ninguna diferencia. Sólo cuando usted se entrega se vuelve una realidad viva en su vida. Cuando usted lo hace, la energía que usted emana y que entonces gobierna su vida es de una frecuencia vibratoria mucho más alta que la energía de la mente que aún gobierna nuestro mundo, la energía que creó las estructuras sociales, políticas y económicas existentes en nuestra civilización. Y que también se perpetúa a sí misma continuamente por medio de nuestros sistemas educativos y de nuestros medios de comunicación.

A través de la entrega, la energía espiritual llega a este mundo. No genera sufrimiento para usted, para los demás seres humanos o para cualquier otra forma de vida del planeta. Al contrario de la energía de la mente, no contamina la Tierra y no está sujeta a la ley de las polaridades, que determina que nada puede existir sin su contrario, que no puede haber bien sin mal. Los que funcionan con la energía de la mente, que son todavía la inmensa mayoría de la población de la Tierra, siguen siendo inconscientes de la existencia de la energía espiritual, la cual pertenece a un orden diferente de la realidad y creará un mundo diferente cuando un número suficiente de seres humanos entren en el estado de entrega y así queden totalmente libres de negatividad. Si la Tierra ha de sobrevivir, esta será la energía de los que habiten en ella.

Jesús se refirió a esta energía cuando hizo su famosa afirmación profética en el Sermón de la Montaña: "Bienaventurados los mansos; ellos heredarán la Tierra". Es una presencia silenciosa, pero intensa, la cual disuelve los patrones inconscientes de la mente, que pueden seguir aún activos por un tiempo, pero ya no gobernarán su vida. Las condiciones externas a las que uno se resistía tienden también a cambiar o a disolverse rápidamente por medio de la entrega. Es un transformador poderoso de las situaciones y de la gente. Si las condiciones no cambian inmediatamente, su aceptación del Ahora le permite elevarse por encima de ellas. En cualquier caso, usted es libre.

Eckhart Tolle, en El Poder del Ahora.

Marcela Paz.
Santiago de Chile.