martes, 19 de mayo de 2015

"Respirar".



Existen cuatro fuentes primordiales para aumentar la energía vital: 
la respiración correcta, la meditación, el descanso y la alimentación.

Respiración Correcta. 

Sin duda, la respiración es uno de los medios para aumentar nuestra energía vital pues nos conecta con el exterior y con nuestro mundo interno, es decir, nos enlaza con la esencia, con lo que nutre nuestra vida.

Una buena respiración es fuente de salud, fortalece la vitalidad del cuerpo y de la mente y es la puerta para una efectiva relajación. En Oriente, se practica el Pranayama que es la ciencia del control de la respiración y es el núcleo central de toda práctica yóguica.

A pesar que la respiración es un acto involuntario e imprescindible, respiramos mal, utilizando mínimamente la capacidad total de nuestros pulmones. El organismo se acostumbra a los vicios y malas costumbres que impone la vida agitada, la falta de ejercicio, vestimentas y posturas inadecuadas, ambientes mal ventilados, entre otros factores.

Sin duda, respirar bien es fuente de salud, porque fortalece la vitalidad del cuerpo y de la mente, estimulando un eficiente funcionamiento de todo el organismo.

Los beneficios asociados a una respiración correcta y profunda son:

Efectos fisiológicos: a través de los movimientos que provocan los ejercicios de respiración profunda, los órganos abdominales (estómago, intestino, hígado y páncreas) reciben un masaje, al igual que el corazón, gracias al movimiento de la parte superior. Ello estimula la circulación sanguínea de todos estos órganos con el consiguiente alivio en sus cargas de trabajo y el bienestar general del organismo. Lo mismo ocurre con los pulmones, los cuales aumentan su capacidad respiratoria.

Efectos digestivos: los órganos digestivos reciben mayor cantidad de oxígeno y, por lo tanto, su funcionamiento es mejor.

Efectos nerviosos: mejora el estado del sistema nervioso, incluyendo el cerebro, la columna, los centros nerviosos y los nervios. Una vez más, ello se debe a la mayor oxigenación.

Relajación y concentración: la respiración lenta, profunda y rítmica provoca una reducción en los latidos del corazón y una relajación muscular, lo cual estimula la tranquilidad mental.

Estrés: la puerta a los problemas.

Una de las consecuencias graves de no saber respirar es no poder evitar ni manejar situaciones estresantes con los consiguientes problemas de salud, problema tan común en estos tiempos.

La mayor parte del tiempo no somos conscientes de nuestra respiración y dejamos que el organismo se controle solo. Pero la gracia es que podemos regularla para nuestro beneficio.

Cada tipo de emoción está relacionada con un tipo de respiración. Por ejemplo, cuando estamos estresados respiramos con rapidez. Seguimos tomando el oxígeno que necesitamos, pero el organismo consume más energía de lo normal. Si podemos calmarnos frente a una situación estresante, respirando despacio y en profundidad, seremos más eficientes en cuanto al gasto energético y en relación al modo de consumir esa energía.

Tanto la espiración como la inspiración serán silenciosas, lentas, continuas y cómodas. Así es la respiración ideal.

Los ejercicios de respiración ayudan a observar tus pensamientos y a fortalecer la objetividad. Además, se aprende a seleccionar sólo los pensamientos positivos, amorosos y creativos.


                                                  Respiración del guerrero.

Siéntate en algún lugar cómodo, con las manos sobre tus piernas y con la columna recta. Al inhalar pasa el aire por detrás de la garganta, por la glotis (como cuando te sorprendes, pero con los labios cerrados) llenando el pecho como un guerrero. Siente la expansión de la parte de atrás del cuello y percibe además toda tu bóveda craneana. Luego exhala, como susurrando, siempre con los labios cerrados. Es importante escuchar el sonido, pues con ello trabajas la atención y la presencia plena. Haz todos los días por lo menos 20 respiraciones.


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