martes, 21 de octubre de 2014

"La Libre Apropiación del Cuerpo".

Sugiero tomar de nuevo el cuerpo como territorio sagrado. 
Delimitar su inicio, su fin, a mano propia. 
Sacarlo de la masa y convertirlo en lo que es: 
algo irrepetible, bendito.

¿Por qué tratamos a nuestro cuerpo como algo extraño, como una 
cartografía completamente ajena? ¿Por qué nos da tanta pena habitarlo?.
Pareciera que le pertenecemos a las masas, que nuestro cuerpo, único, 
es un objeto más dentro de un mercado.
Hace años asistí a un Diplomado de Arte Contemporáneo dentro del cual 
un curador comentaba acerca de la falta de identidad del ser humano que
permeaba, por ende, al mundo del arte que es, tan sólo, la pura manifestación 
de esta falta y este vacío.
Ello me lleva a una pregunta, ¿en dónde nos perdimos?. Todos, absolutamente
todos, nacemos empoderados, conectados con la Luz. Así es que, ¿por qué 
permitimos esta globalización? ¿En qué momento cedimos el poder de algo
que nos pertenece en su totalidad?.
Creo en la inminente necesidad de re apropiarse de uno mismo. De volver 
al amor propio, al abrazo infinito. Retornar a completarnos, respetarnos 
y nutrirnos de lo que verdaderamente nos hace bien.
Sugiero tomar de nuevo el cuerpo como territorio sagrado. 
Delimitar su inicio, su fin, a mano propia. Sacarlo de la masa y convertirlo en lo que es: 
algo irrepetible, bendito.
Necesitamos regresar a la apropiación de lo único que nos pertenece. 
No es la tierra, no es el otro, no son los objetos. Lo único que es nuestro 
es este recipiente en donde un Universo entero descansa, sigiloso, en 
espera de ser despertado.
Regresemos, pues, a nosotros. Dejemos de buscar las respuestas afuera, 
en otra parte. Todo yace, todo duerme, dentro. Al apropiarnos del cuerpo 
de nuevo deduciremos que también el alma nos pertenece. Y de ahí, 
un entendimiento profundo surgirá.
Retornemos a la individualidad. Borremos toda aquella información
insertada y exploremos, con ojos nuevos, para saber qué es lo que realmente 
nos gusta. ¿Qué queremos vestir? ¿A quién queremos amar? ¿Con quién 
queremos compartir este mundo, propio? ¿Qué necesitamos decir, 
desde nuestra trinchera?.
Recordemos que nadie puede hacer nada si no se gobierna, 
de inicio, a sí mismo. Y perderlo todo significa dejar que otro 
tenga el poder sobre lo que te pertenece como derecho divino.
Xandra Orive.