miércoles, 10 de abril de 2013

"Luna Roja: Los Dones del Ciclo Menstrual". Miranda Ray.



El caso de la menstruación femenina es uno de los ejemplos más claros de esta tendencia nuestra a omitir el lado introspectivo que caracteriza a los valores yin. El ciclo menstrual es un conjunto de fases donde la mujer tiene el potencial de conectar, mensualmente y a través de su propio cuerpo, con la creatividad que se desprende de todo ciclo vital de muerte y renacimiento.

Tiempo lineal y tiempo cíclico. Ritos de iniciación (Nacimiento y Renacimiento)
Hay un momento en la vida de la mujer donde comienza a sentirse parte integrante y conformante del proceso creativo de la naturaleza. El punto de inflexión lo marca su primera menstruación. Antes de ese momento, la mujer es todavía una niña y vive un tiempo lineal caracterizado por el discurrir homogéneo de sus días sin cambios importantes en su naturaleza emocional y energética.

La primera menstruación es un momento importante en la vida de la mujer. Por desgracia este momento pasa desapercibido en la mayoría de los casos o se vive sin la conciencia y la importancia que tendrá para la mujer este acceso fisiológico y corporal con el ritmo vital. En nuestra sociedad actual no hay una educación enfocada a informar a las niñas que a partir de su primera menstruación los días no van a ser iguales. Las chicas adolescentes de hoy en día no tienen una información clara y precisa de que su biología va a transformarse y se estructurará en ciclos. Para una adolescente es importante saber que cada uno de los días van a ser diferentes a lo largo de un mes y que, sin embargo, volverán a repetirse mes tras mes. Esta repetición va a generar un ritmo del que podrán ser conscientes con tan sólo observarlo, vivirlo. La finalidad de concienciarse de su ciclo es poder explorar cada uno de los diferentes matices diarios sin perderse emocionalmente dentro de esta variedad tan rica de posibilidades.
Muchas de las madres no pueden informar a sus hijas de este hecho por que ni siquiera ellas saben que existe esta posibilidad, tampoco los padres. La sociedad nos exige vivir desconectadas, nos pide que volvamos a ser seres asexuadas volviendo al tiempo lineal de nuestra niñez.
Una vez la mujer ha accedido a su naturaleza cíclica, es imposible desconectarse y querer volver a vivir en un tiempo lineal. Sería como querer retornar biológicamente a nuestra infancia, y esto la naturaleza no lo contempla. Sin embargo la sociedad sí nos exige esta homogeneidad en nuestros patrones de conducta, nos demanda seguir igual día tras día, sin cambios a lo largo de un ciclo mensual. Nuestro péndulo vital nos obliga a bajar, a bucear y explorar nuestra naturaleza interna, mientras que la sociedad exige constantemente estar arriba, disponibles, activas, yang, fuera, al frente, ignorando los ciclos yin de interiorización. La mujer, en su descenso a lo profundo trae al mundo externo el yin, ella es la portadora de sus cualidades, pero para ello necesita conectar con esa parte, necesita distanciarse durante una fase de su ciclo para volver al mundo externo, yang, con la sabiduría adquirida en su descenso.
Por esta razón muchas mujeres viven cada mes de manera conflictiva esta oportunidad que la naturaleza brinda. Lo llamamos síndrome premenstrual. Son unos días de conflicto donde la naturaleza empuja a la mujer hacia lo profundo, mientras que la sociedad la retiene impidiéndole ese acercamiento. Y así la mujer vive un periodo de gran conflicto donde su visión interior contrasta con una realidad exterior que ha extremado sus valores hasta el punto también de desvirtuarlos. La falta de información a la hora de entender este proceso es muchas veces la causa que impide tanto a la mujer como al hombre tomar conciencia de este hecho. Dialogar con las energías que se despiertan durante la menstruación a lo largo del ciclo puede ayudar a la mujer a recuperar parte de su equilibrio. Este diálogo necesitará de un distanciamiento responsable y consciente de la actividad y el ritmo que se viven fuera.
Nuestros antepasado celebraban los inicios de los ciclos, y la primera menstruación de una mujer era motivo de celebración para la comunidad. Pero los ritos de iniciación tan importantes en estas sociedades también han desaparecido de nuestra manera occidental de entender la vida, así como el sentido sagrado de la misma. Esta carácter sagrado no era otra cosa que sentir en carne propia esa conexión con el pulso, con los latidos de la vida. De igual importancia y significación para la mujer son las alteraciones biológicas que se producen en su ciclo mensual, como son los embarazos o la menopausia. También la menopausia deberían igualmente celebrarse como final de un periodo y renacimiento a otra etapa. Pero al perder el sentido de los cambios, hemos perdido la heterogeneidad que genera diferencia, alternancia y vida, en favor de una homogeneidad cada vez más estéril y aburrida. ¿Qué podemos hacer? Experimentar con curiosidad cada fase de nuestro ciclo mensual, integrarla, celebrarla y dejarla marchar. Y emocionarnos y agradecer al sentir el ritmo.

Cuatro Fases
Sociedades antiguas y todavía hoy comunidades indígenas separaban y aislaban a las mujeres que estaban menstruando para, precisamente aprovechar al máximo el potencial vital y creativo que la mujer portaba dentro. Una información ancestral valiosa que se utilizaba para ayudar, nutrir, inspirar y dirigir a la comunidad donde habitaban. Para ponernos en contacto con estas energías creativas que se liberan durante el ciclo mensual podemos distinguir cuatro fases fisiológicas que son las fases de todo proceso creativo y también las fases de gestación de la naturaleza.

1. Muerte (culminación, menstruación)

El ciclo comenzaría con el primer día de sangrado. Un momento en el que se cierra el ciclo anterior y se da comienzo a un nuevo ciclo. Este dejar ir dura entre 3 y 5 días más o menos dependiendo de la mujer. Es éste un momento de muerte e introspección, de liberación de un ciclo que se ha completado. En esta fase la mujer tiene el potencial de contactar con ese interior frío, oscuro, receptivo que forma parte intrínseca de su naturaleza. Un momento de intimidad y aproximación a un espacio interno profundo, muy profundo, que nos recuerda unos valores hoy por hoy olvidados.

2. Renacimiento (preparación, comienzo)

Después de los días de menstruación el cuerpo de la mujer comienza a prepararse para gestar un nuevo óvulo en los ovarios, es la fase de renacimiento. Esta preparación tiene a nivel vital externo su expresión en la planificación preliminar de las ideas que darán lugar a nuevos proyectos. Esta es una fase donde podemos encontrar inspiración en todo aquello que nos rodea, pudiendo disfrutar de una forma renovada de la relación con nuestro entorno. La naturaleza intuitiva de la mujer irá seleccionando aquello en lo que ir fijando su atención pero todavía sin decidir una forma, simplemente jugando.

3. Pensamiento (dirección)

Esta fase da paso a unos días en los que la mujer empieza a contactar con la dirección que quiere dar a esas ideas, gestándose la intención y la forma de un proyecto, idea o causa determinados. También aquí la intuición de la mujer tiene un papel relevante en la toma de decisiones y prioridades. A nivel fisiológico el óvulo ha viajado de los ovarios al útero y se encuentra en su fase más receptiva esperando a unirse a un espermatozoide. Éste es por ello un momento donde la mujer se expresa a un nivel más externo y sus deseos personales son menos importantes, se va preparando ya aquí para una posible maternidad. En esta fase la mujer puede aportar gran ayuda y nutrimento a otros miembros de su entorno o comunidad.

4. Creatividad (creación)

Y por último llegamos a los días previos a la menstruación. Uno de los momentos donde la mujer está más frenética y creativa en su vida cotidiana pues el óvulo, si no ha sido fecundado por un espermatozoide, tienen el potencial de hacerlo a otros niveles tomando la forma de proyectos y causas que se concretan y exteriorizan con la estructura y potencia natural que ha ido gestándose a lo largo de las etapas anteriores. La mujer en esta fase empieza ya a sentir la llamada interna y van creciendo recíprocamente su intuición o su lucha, conforme se adentra o se resiste a esta reunión con la parte de su naturaleza más desconocida y recóndita.

y vuelta a empezar

Y así llegamos de nuevo a la fase donde el óvulo y el tejido que recubre el útero son expulsado fuera del cuerpo. La mujer puede acceder aquí a su naturaleza más yin. La mujer en esta fase conecta con soluciones y salidas creativas, encuentra los matices, resuelve los enigmas. Se completa y despide un ciclo, y se va madurando el inicio del próximo.

Parecería obvio resaltar que la forma de entrar en conexión con las energías de cada fase no proviene de la razón y el entendimiento intelectual de estos ciclos. Con este artículo corremos quizá el riesgo de que la lectura del mismo pueda generar una barrera intelectual superficial que impida un acercamiento mas vivencial. Sin embargo hemos considerado importante facilitar esta información y hacerlo desde la perspectiva integradora del ciclo básico del yin y el yang.

1. Rememora tu primera menstruación. Reúne en casa a familiares y amigos, y atrévete a celebrar ese momento como celebras tu cumpleaños. Busca entre tus recuerdos la fecha o época del año donde tuviste tu primer ciclo, si no consigues acordarte, establece una fecha simbólica. Celebra este evento anualmente; estás celebramos el inicio a la vida cíclica. En ocasiones sorprende cómo nuestra fecha de nacimiento, nuestro cumpleaños, es cercana o coincide con la fecha de nuestro primer periodo.

Aprovecha los regalos que te hagan o te hagas para lucirlos durante los días de tu menstruación a lo largo del año. Esos días vístete para ti. Elige colores que te acompañen en tu introspección: negro, marrones, violetas…

Otra sugerencia es que os reunáis varias amigas cuya fecha de inicio a la vida cíclica coincida en el tiempo. Animaros a compartir y celebrar ese momento.

2. Ir sincronizando tu menstruación con la Luna. A lo largo de los dos o tres primeros meses es importante observar la luna y entender cómo está funcionando tu ciclo actualmente. Posteriormente podemos empezar a sincronizar nuestro periodo con los días de Luna llena, o de Luna nueva. Sincronizarnos con la luna llena nos brinda la oportunidad de exteriorizar y dar forma en el mundo a nuestra creatividad interior. Sincronizar con la luna nueva nos lleva a un periodo de mayor introspección profundizando en el misterio y la intuición. Dependiendo del momento vital en el que nos encontremos puede apetecernos más sincronizarnos con uno u otro.

Para conseguir esta sincronización fijaremos nuestra intención en un plazo relativamente flexible de tiempo, por ejemplo 1 año, y cada mes alrededor de la 2ª semana que es la fase de nuestro ciclo mensual relacionado con la dirección y los proyectos, nos centraremos en recordar nuestro objetivo. Podemos utilizar la siguiente frase para programarnos y fijar nuestra intención en sincronizarnos “Sincronizo mi ciclo mensual interno con el ciclo de la Luna. La próxima primavera (verano/otoño/invierno) mi menstruación empezará con la Luna llena (nueva)”. Este margen de 1 año es recomendable para intentar no caer en procesos obsesivos de competencia personal, y permitir que esta pauta corporal se vaya instaurando en nuestro cuerpo de manera paulatina y relajada.

Notas:
Miranda Ray, Luna Roja. Los dones del ciclo menstrual, Gala Ediciones, 1995
 
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